Hace más de 40 años, Don Luis convirtió su visión y esfuerzo en una fábrica de alfombras que marcó historia, trabajando con instituciones como la Universidad Nacional, la Universidad Libre y el Ejército Nacional. Allí, entre texturas y trabajo constante, se sembró el amor por el diseño y la disciplina que inspirarían a toda una familia.

En medio de conversaciones de producción y olor a tela recién cortada, creció Sandra Cruz. Más que recuerdos, heredó de su padre la pasión por emprender y el valor del trabajo bien hecho, aprendizajes que más tarde se unirían a su formación como diseñadora de interiores.